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miércoles, 15 de enero de 2025

Volando sin ruido va por doquier: Gabilondo Soler, simbologías prehispánicas y cuidado a la naturaleza en un tango.

El autor.

Introducción


¿Sabes qué conecta el "Tango Medroso" de Francisco Gabilondo Soler con los búhos y lechuzas en el panteón mexica de Tenochtitlán?

Una antigua concepción qué suele representarse en cintas como "El Ahijado De La Muerte" o "Tizoc, Amor Indio" es que "Cuando el tecolote canta el indio muere", si bien, en cierto grado tiene cierto apego histórico, también se considera una muestra de la pérdida de los viejos símbolos qué habitaban en la Mesoamérica anterior a la conquista.

Pero primero refutemos el viejo dicho del indio qué muere:

Desarrollo

Los búhos o lechuzas eran símbolos del inframundo y, por ende, eran asociados también a los sacerdotes (quienes eran los "Caballeros Tecolotes" y que estudiaban en el Calmécac) y/o brujos.

El nombre mexica más común para el brujo, según Sahagún en su "Historia General De Las Cosas De La Nueva España", era el "tlacatecólotl" ("hombre búho"), individuo que, de cuerpo humano y cabeza de búho, podía pronunciar hechizos, los que se alojarían en varias partes del cuerpo y se "manifestarían" como piezas de hueso u obsidiana qué uno sacaría de su cuerpo al perecer. De ahí qué, con el pasar de los siglos, se volviera una mala manifestación.

Se ve al tecolote y a una deidad del Mictlán (Tierra De Los Muertos) deglutiendo a un hombre.

Más el búho o lechuza también eran asociados a los sueños, específicamente como protectores enviados por Yohualtecuhtli (Señor De La Noche en español y considerado como el "Dios de los sueños), como guardianes del sueño, a tal grado que la aparición de un búho en las cercanías de una casa era apreciada, ya que los malos sueños escapaban de las aves rapaces.

Pero, a pesar de ello, su canto y el hecho que bajará y golpeará la tierra con sus patas era considerado también mal augurio para los ancestros de la Cuenca de México y alrededores, esto al considerársele también un enviado de Mictlantecuhtli (El Señor Del Mictlán).

López Austin señala también que en el Códice Florentino (las notas en español fueron publicadas con el nombre de "Historia General De Las Cosas De La Nueva España"), los informantes de Fray Bernardino de Sahagún indican que los "hombre-búho" tienen un carácter malvado porque “Se sangra sobre la gente, pierde a la gente con embrujos, oprime el corazón de la gente […]

Búho Virginianus o cornudo.

Nótese en lo escrito atrás la cosmovisión dual (sol y luna, hombre y mujer, luz y oscuridad, vida y muerte) de los Mexicas.

Para los mayas, el xooch' se relacionaba con Itzamnaaj en su advocación de dragón celeste, del poder de la noche. También eran fieles servidores del Sol y la Luna. Eran las aves mensajeras de los dioses del Xibalba (inframundo maya), por lo que se les consideraba generalmente de mal agüero.


¿Qué tiene que ver con un tango de Gabilondo Soler?

El "Tango Medroso" empieza relatando características de animales y cosas, más llega un momento en la letra propia de la pieza empieza a hablar de la lechuza.

Tyto alba o
"lechuza de campanario"

"La voz del gallo

es horario del caballo.

La voz del perro

zozobra del ladrón.

La vieja puerta

de goznes que rechinan

temblando se despierta

con la voz del aldabón.

La luz del rayo

alumbra de soslayo.

El ronco trueno

dispara su cañón.

Y empieza a picar

sobre el tejado

el ritmo de la lluvia

como tango compadrón.

Allá, oculta en la noche

volando sin ruido va por doquier

siempre la buena lechuza

que todo lo sabe y todo lo ve.

Anda cazando

mil pesadillas

que como buitres

quieren caer,

caer en casas sencillas

turbando a la gente que piensa bien.

Pero la lechuza las ataca,

hace chuza, desbarata

y las tira con desdén.

Será tal vez que las noches

de negras tinieblas me dan terror;

como si algo muy raro

ande de puntillas a mi alrededor.

No soy valiente

ni lo remedo.

Yo siento miedo

de no sé qué.

Por eso grito: -- ¡Lechuza,

aquí has pesadillas, aprisa ven!

Ya que la lechuza las ataca,

hace chuza, desbarata

y las tira con desdén."

"Tango Medroso" - Francisco Gabilondo Soler -


En esta letra, relaciona Gabilondo Soler su canción con la vieja cosmogonía de la Cuenca de México, donde el buho es una entidad protectora del sueño, en este caso, viene a "hacer chuza", a desbaratar, a atacar a las pesadillas, con tal de que las gentes, la población, pueda dormir en paz.

CONCLUSIONES

En esta pieza me atrevería a decir, sin poder confirmarlo a ciencia cierta, que Don Francisco Gabilondo Soler llegó a estudiar también sobre la simbología propia del "Tecolote" en las viejas culturas indígenas. Aunque también importante mencionar es que, probablemente rescatará esa concepción debido a qué, con la mezcla qué hubo por el intercambio cultural qué ha habido desde 1521 (caída de Tenochtitlán) y 1542 (caída de las Ciudades Estado Mayas) se asoció a estas aves con las brujas y con el demonio, entidades del colectivo popular y religioso que se pueden transformar en estos animales que, al sentirse intimidados, erizan todo su cuerpo para hacerse aparentar más grandes. Este es motivo suficiente para que estas especies importantes del ecosistema sean asesinadas sin piedad ante la ignorancia de los hombres (hablando en general).

¿Qué motivó a Don Francisco a escribir tal tango? Una respuesta no poseo para esta cuestión, podrá haber sido el hecho de difundir el mensaje que las lechuzas (y búhos) no son malos, tratar de abordar la idea de qué no son brujas o el demonio o solamente con fines educativos, lo que es de impresionar y agradecer es el hecho de su rescaté de un viejo concepto perdido en el espacio y tiempo.

CANCIONES

"Tango Medroso", Francisco Gabilondo Soler y la Orq. de Chucho Ferrer, tango de Gabilondo Soler, 195X.


Texto y colección de David Huerta. La presente publicación se hace con fines de difusión cultural, sin ningún ánimo de lucro y para el conocimiento público del acervo musical mexicano.

miércoles, 18 de diciembre de 2024

Ensayo: De plantas, árboles y curanderos en Historia General De Las Cosas de la Nueva España de Fray Bernardino de Sahagun.

Cuetlaxochitl o Noche Buena.
Para empezar esta entrada quiero escribir unas cuantas palabras que salen de lo más profundo de mi ser:

No porque hable y difunde continuamente a través de mis redes sociales la música popular mexicana de 1910 a 1955 no quiere decir que otros temas no me interesan y, aunque considero que mi aporte a futuro será historizar todo esto que he venido haciendo y rescatando sobre los cantantes y su arte, es por ello que, acabando este ensayo que he venido construyendo desde noviembre del año 2024, quiero dejarlo aquí para su lectura y para rescatar en algún momento de mi historia personal, es por ello que buscando otros horizontes también quiero publicarlo, sin mayor pretensión alguna que no sea el de difundir los saberes de mis ancestros.

Sin más que añadir, empecemos.

Introducción.

La herbolaria y los árboles son aspectos fundamentales para comprender la relación entre las culturas prehispánicas y la naturaleza, especialmente a través de la obra Historia General de las Cosas de la Nueva España de Fray Bernardino de Sahagún. Esta enciclopedia del siglo XVI, uno de los compendios más completos sobre las costumbres y prácticas de los pueblos nahuas, recopila un vasto conocimiento sobre la vida cotidiana de estas sociedades. En ella, los árboles y las plantas no solo se presentan como recursos materiales esenciales, sino que también adquieren un valor simbólico y sagrado. Para los pueblos nahuas, las plantas y los árboles formaban parte de la cosmología, con significados profundos relacionados con la espiritualidad y la medicina. Sahagún (2019) señala que estos elementos naturales desempeñaban un papel vital tanto en las prácticas curativas como en los rituales, sirviendo como agentes de sanación y símbolos de las fuerzas divinas. Además, López Austin (2002) resalta cómo el conocimiento herbolario de los nahuas estaba intrínsecamente vinculado a su cosmovisión, donde cada planta y árbol tenía un propósito específico en la interacción entre el mundo material y el espiritual. En este sentido, los árboles y las plantas no solo eran recursos para la subsistencia, sino que formaban parte de un sistema de creencias más amplio que conectaba lo humano con lo divino y lo físico con lo trascendental. Así, la Historia General de las Cosas de la Nueva España no solo ofrece una visión detallada de las costumbres nahuas, sino que también invita a reflexionar sobre cómo estas culturas concebían su relación con la naturaleza, reconociendo su importancia tanto a nivel práctico como simbólico.

 

La herbolaria como ciencia prehispánica

La herbolaria mesoamericana, especialmente en las culturas nahuas, era una práctica profundamente sistemática que combinaba la observación meticulosa de la naturaleza con una constante experimentación. Este conocimiento no solo se transmitía de generación en generación de manera oral, sino que también fue recogido en algunos registros escritos, como el Códice Badiano, una de las fuentes más representativas de la herbolaria prehispánica (De la Cruz y Badiano, 1552). Este códice, que data de principios del siglo XVI, contiene una vasta recopilación de plantas medicinales utilizadas por los pueblos nahuas, y su formato pictográfico refleja la importancia de las plantas en la vida cotidiana y en la medicina tradicional. A través de estas representaciones visuales, los conocimientos sobre las propiedades curativas de las plantas eran accesibles tanto a los especialistas como a la comunidad en general.

 

La concepción nahua de la salud iba mucho más allá de lo físico. Para ellos, el bienestar no solo implicaba la ausencia de enfermedades, sino que también requería un equilibrio integral que abarcaba lo espiritual, lo emocional y lo social. La salud estaba ligada a la armonía del individuo con su comunidad y con el mundo natural. Esta visión holística estaba fuertemente influenciada por su cosmovisión, que consideraba que el cuerpo humano no podía entenderse de manera aislada, sino como parte de un todo interconectado con el entorno natural y el orden cósmico. De acuerdo con Ortiz de Montellano (2005), enfermedades como las "calenturas" o los "aires" no se veían simplemente como trastornos físicos, sino como manifestaciones de desequilibrios más profundos entre el individuo, su entorno y su comunidad. Estos desequilibrios podían ser provocados por factores como el mal comportamiento, la ruptura de normas sociales, o incluso la disonancia espiritual, lo que exigía un enfoque terapéutico que integraba tanto la medicina física como la resolución de estos desajustes espirituales y emocionales.

 

Además de las plantas medicinales, los nahuas recurrían a rituales y ceremonias religiosas para restaurar el equilibrio perdido. La herbolaria no solo era utilizada por los tlamatini (sabios o curanderos), sino que se extendía a toda la sociedad, donde la transmisión de conocimientos sobre las propiedades de las plantas y las prácticas curativas era parte del tejido social. Las plantas, por tanto, no eran solo recursos materiales, sino símbolos de la relación simbiótica entre el ser humano y el cosmos, que debía ser cuidada para garantizar la salud colectiva. Esta integración de lo físico, lo espiritual y lo social es clave para comprender la medicina nahua, un sistema de conocimiento profundamente arraigado en su visión del mundo.

 

El papel de los informantes en la obra de Sahagún

Fray Bernardino de Sahagún, uno de los principales cronistas y misioneros de la Nueva España, jugó un papel fundamental en la recopilación de conocimientos sobre la flora de Mesoamérica, especialmente en lo que respecta a las propiedades, usos y simbolismos de diversas plantas y árboles. Sahagún trabajó de manera colaborativa con informantes nativos, lo que le permitió obtener una perspectiva precisa y rica sobre la herbolaria y su lugar en la cultura nahua. Su meticulosa clasificación y documentación de estas plantas reflejan la complejidad y la organización del conocimiento nahua, que dividía a las especies en diferentes categorías según su uso y significado. Sahagún no solo documentó las propiedades medicinales de los árboles y plantas, sino también sus significados espirituales y culturales, lo que nos ofrece una visión integral de cómo los nahuas interactuaban con la naturaleza.

 

Esta clasificación de las plantas en categorías como medicinales, sagradas, alimenticias y de construcción muestra el carácter funcional y simbólico que los nahuas otorgaban a su entorno natural. Cada tipo de planta o árbol no solo tenía un valor práctico, sino también un significado espiritual que estaba relacionado con las creencias religiosas y cosmogónicas de los pueblos nahuas. Por ejemplo, plantas como el iztác patli ("medicina blanca") y el xicamatl (jícama) fueron documentadas por Sahagún con gran detalle. El iztác patli, conocido por sus propiedades curativas, era utilizado en tratamientos para diversas enfermedades, mientras que el xicamatl, además de su valor como alimento, tenía un fuerte simbolismo en la cultura nahua, vinculado con la fertilidad y la abundancia. Sahagún documentó no solo los nombres de estas plantas en náhuatl, sino también sus aplicaciones médicas y su valor cultural (López Austin, 2002). Esta información es invaluable, pues nos permite entender cómo las plantas no eran vistas solo como recursos utilitarios, sino como elementos vitales que formaban parte de un sistema más amplio de creencias que integraba la salud, la espiritualidad y la cosmovisión de los nahuas.

 

Además, esta labor de documentación realizada por Sahagún va más allá de una simple recopilación de datos botánicos. Al incluir tanto las aplicaciones prácticas como los significados simbólicos de las plantas, Sahagún nos ofrece una visión profunda de la relación entre los nahuas y su entorno natural. Los árboles y las plantas no eran solo materia prima para la medicina o la construcción; representaban la conexión entre los seres humanos y lo divino, formando parte de una red de saberes que integraba lo físico y lo espiritual, lo cotidiano y lo trascendental. La obra de Sahagún, por lo tanto, es fundamental para comprender cómo las culturas prehispánicas concebían su entorno natural como un todo interconectado, donde el conocimiento sobre las plantas y su uso se veía como un medio para mantener el equilibrio entre el hombre, la naturaleza y los dioses.

 

Usuarios de las plantas en la cultura nahua

En la obra de Fray Bernardino de Sahagún, se detalla cómo las plantas no solo desempeñaban un papel central en la medicina, sino que eran utilizadas por diferentes grupos dentro de la sociedad nahua, cada uno con roles específicos en la administración de la salud, la espiritualidad y las prácticas rituales. Los ticitl, o médicos indígenas, eran los encargados de emplear plantas medicinales en tratamientos tanto físicos como espirituales. Estos especialistas no solo administraban remedios herbales para aliviar enfermedades físicas, sino que también guiaban rituales y ceremonias destinadas a equilibrar el cuerpo y el alma. Para los nahuas, la enfermedad no se limitaba a una disfunción física, sino que también podía ser vista como un desequilibrio en el plano espiritual. Así, los ticitl actuaban como mediadores entre los mundos físico y espiritual, utilizando plantas con propiedades curativas junto con oraciones y ofrendas para restaurar la salud en su totalidad (Sahagún, 2019).

 

Por otro lado, en la sociedad nahua existían figuras asociadas con prácticas mágicas y esotéricas, como los nahuales y los tlaciuhqui, quienes también empleaban plantas con fines específicos, pero en este caso relacionados con lo esotérico y lo místico. Los nahuales, individuos que poseían la capacidad de transformarse en animales o asumir otras formas a través de poderes sobrenaturales, utilizaban plantas como el peyote y el toloache durante ceremonias religiosas o rituales destinados a obtener visiones o comunicarse con el mundo espiritual. Estos rituales eran fundamentales para la interacción con los dioses y con fuerzas invisibles, y las plantas se veían como vehículos para alcanzar estados alterados de conciencia y contacto con lo divino (Sahagún, 2019).

 

Además de los nahuales y los tlaciuhqui, Sahagún también menciona a los santibanquis, o curanderos ambulantes, quienes desempeñaban un papel crucial en la recolección y distribución de plantas medicinales a lo largo de diferentes regiones. Estos curanderos itinerantes viajaban por las aldeas y pueblos, utilizando su conocimiento de las plantas para realizar curaciones y limpias. Su habilidad para identificar y recolectar plantas de diversas regiones les permitía tratar una amplia variedad de enfermedades, y su conocimiento estaba basado tanto en la experiencia práctica como en la tradición oral transmitida a lo largo de generaciones (Sahagún, 2019).

 

Finalmente, Sahagún también hace referencia a los brujos, quienes utilizaban ciertas plantas con fines más oscuros, como lanzar maldiciones o manipular energías negativas. Estas prácticas reflejan el vasto espectro de usos atribuidos a la herbolaria en la cosmovisión indígena, donde lo médico, lo espiritual y lo mágico estaban profundamente entrelazados. Para los nahuas, las plantas no solo eran herramientas curativas, sino que también podían tener un poder transformador y simbólico, dependiendo de quién las utilizara y con qué propósito. En este contexto, la herbolaria no solo servía para sanar, sino también para protegerse, para interactuar con lo sobrenatural y, en algunos casos, para manipular las energías que fluían entre los seres humanos y el mundo espiritual (Sahagún, 2019).

 

Los árboles como ejes cósmicos y su relevancia simbólica

En la cosmovisión mesoamericana, los árboles no solo eran vistos como elementos de la naturaleza, sino como ejes cósmicos que conectaban el mundo terrenal con lo divino, desempeñando un papel fundamental en la estructura del universo. Estos árboles eran considerados sagrados y representaban la interconexión entre los diferentes planos de existencia: el mundo físico, el mundo subterráneo y el cielo. En este contexto, árboles como el ahuehuetl (Taxodium mucronatum) y la ceiba (Ceiba pentandra) destacan tanto por su simbolismo como por su utilidad en la vida cotidiana de los pueblos mesoamericanos.

 

El ahuehuetl, un majestuoso árbol de gran altura, estaba particularmente asociado con Tláloc, el dios de la lluvia y la fertilidad. Este árbol no solo era venerado por su tamaño y longevidad, sino que también se consideraba un punto de conexión con los elementos divinos. El ahuehuetl simbolizaba la presencia de Tláloc en la tierra y su capacidad para asegurar la prosperidad de las cosechas a través de la lluvia. Además, este árbol se erigía como un marcador del tiempo sagrado, pues en muchos casos su presencia estaba relacionada con rituales y ceremonias que se realizaban en momentos específicos del calendario agrícola. Así, el ahuehuetl no solo tenía un valor funcional como fuente de sombra o madera, sino que también servía como un punto de reunión comunitaria para realizar ceremonias religiosas y de agradecimiento a los dioses (Hernández, 1651).

 

Por otro lado, la ceiba, otro de los árboles sagrados de la región mesoamericana, era considerada como el eje del mundo, una conexión directa entre los planos terrenal y celestial. La ceiba era un árbol venerado por su tamaño imponente y su capacidad para crecer en diversas regiones de Mesoamérica, convirtiéndose en un símbolo de la estabilidad y la continuidad del cosmos. En la visión mesoamericana, la ceiba representaba un puente entre los dioses y los humanos, un espacio donde los espíritus podían descender del cielo y ascender hacia él. Este árbol, como el ahuehuetl, también tenía un papel en la organización del tiempo sagrado, marcando los lugares donde se celebraban importantes festividades religiosas y rituales (León-Portilla, 2012).

 

Ambos árboles, aunque distintos en sus características y simbolismos, compartían una función común en la vida espiritual y cotidiana de los pueblos mesoamericanos: actuar como puntos de reunión para la comunidad y como símbolos de la relación entre los humanos y lo divino. Además, su utilidad práctica en la vida diaria —como fuentes de madera, sombra y recursos materiales— se veía estrechamente vinculada con su valor sagrado. Los árboles, por lo tanto, no solo cumplían con una función ecológica y material, sino que eran elementos esenciales para la organización de la vida comunitaria, la práctica religiosa y la concepción del tiempo sagrado en la cosmovisión indígena (Hernández, 1651; León-Portilla, 2012).

 

Aplicaciones medicinales y rituales de las plantas

La herbolaria mesoamericana era un sistema de conocimientos que abarcaba tanto el tratamiento de enfermedades físicas como el bienestar espiritual, reflejando la visión integral de la salud que poseían los pueblos indígenas. Esta práctica estaba profundamente conectada con su cosmovisión, en la que la salud no solo dependía del equilibrio físico, sino también de la armonía entre el ser humano y el mundo espiritual. Entre las plantas utilizadas para tratamientos físicos, el tepatli se destacaba como un remedio comúnmente utilizado para aliviar dolores musculares y otros malestares corporales. Esta planta, junto con otras hierbas, era aplicada de diversas formas —como infusiones o ungüentos— para aliviar las tensiones y mejorar el bienestar físico de los individuos.

 

Por otro lado, plantas como el yauhtli (cempasúchil) tenían un papel crucial en los rituales funerarios y en la conmemoración de los muertos. Este uso de las plantas en contextos espirituales refleja la creencia de que ciertos elementos naturales podían ayudar a los espíritus a trascender o a establecer comunicación con el mundo de los muertos. El yauhtli no solo era apreciado por su color vibrante y su fragancia, sino también por su capacidad simbólica de guiar las almas en su viaje al inframundo, lo que lo convertía en un componente esencial de las ofrendas funerarias. En este contexto, la herbolaria no solo tenía una dimensión curativa, sino también ritualística, ligada a las creencias religiosas y espirituales de los pueblos nahuas (Sahagún, 2019).

 

Además, plantas como el peyote y el toloache eran utilizadas con fines alucinógenos durante ceremonias religiosas y rituales, permitiendo a los participantes entrar en estados alterados de conciencia para comunicarse con lo divino o recibir visiones. Estas plantas, cargadas de poder simbólico, eran consumidas en ceremonias dirigidas por sacerdotes o chamanes, quienes guiaban a los participantes en la búsqueda de visiones, conocimientos divinos o revelaciones espirituales. El uso del peyote, por ejemplo, estaba vinculado con la conexión directa con los dioses, en especial con la capacidad de alcanzar un entendimiento más profundo de la naturaleza y el cosmos.

 

Sahagún, en su obra exhaustiva sobre la cultura y los saberes nahuas, también documentó las propiedades medicinales de diversas resinas, entre ellas el copal. Esta resina, derivada de árboles como el bursera, tenía un uso doble: por un lado, se utilizaba en rituales espirituales como parte de las limpias, donde su humo servía para purificar el ambiente y alejar las malas energías, y por otro, se empleaba en tratamientos medicinales debido a sus propiedades bactericidas y antiinflamatorias. El copal, por lo tanto, tenía un valor tanto práctico como espiritual, sirviendo para la sanación física y para mantener el equilibrio espiritual de la comunidad (Sahagún, 2019).

 

Integración entre saberes indígenas y europeos

La llegada de Francisco Hernández a la Nueva España y la publicación de su obra Historia Natural de la Nueva España marcaron un punto de convergencia entre las tradiciones medicinales de Europa y las prácticas curativas de Mesoamérica. Como médico y naturalista al servicio del rey Felipe II, Hernández emprendió un ambicioso proyecto para estudiar la flora del Nuevo Mundo y documentar las propiedades de las plantas utilizadas por los pueblos indígenas, lo que permitió crear un puente entre los conocimientos botánicos europeos y los de las culturas mesoamericanas. Su obra no solo recopiló una vasta cantidad de información sobre las plantas, sino que también resaltó la sofisticación y la efectividad de los tratamientos medicinales indígenas, contribuyendo a la comprensión y valoración de las prácticas curativas autóctonas en Europa.

 

Entre las plantas documentadas por Hernández, destaca el cuetlaxochitl, más conocida como la flor de Nochebuena (Euphorbia pulcherrima), que posee propiedades antiinflamatorias y se utilizaba en la medicina tradicional indígena para aliviar dolencias diversas. Este ejemplar, hoy ampliamente conocido en todo el mundo, fue descrito por Hernández por sus propiedades curativas, un aspecto que sorprendió a muchos de los estudiosos europeos que aún desconocían las aplicaciones medicinales de las plantas americanas. La flor de Nochebuena no solo era apreciada por su belleza, sino también por sus efectos terapéuticos, que se extendían más allá del ámbito físico, asociándose también con prácticas rituales y espirituales en la tradición indígena.

 

Otra planta importante documentada por Hernández fue el huacalxóchitl (nombre común para varias especies del género Justicia), utilizada por los pueblos indígenas para tratar enfermedades respiratorias, como tos y resfriados. Esta planta, con propiedades expectorantes y antiinflamatorias, era un remedio comúnmente empleado en el tratamiento de problemas pulmonares, y su efectividad quedó registrada en los textos de Hernández. Este tipo de plantas, que tenían usos muy específicos en la medicina indígena, proporcionaron a los estudiosos europeos una visión más profunda de las prácticas medicinales del Nuevo Mundo y destacaron la valiosa contribución de los pueblos mesoamericanos al conocimiento botánico global (Hernández, 1651).

 

A través de sus investigaciones, Hernández no solo documentó las propiedades medicinales de las plantas, sino que también abrió el camino para un entendimiento más amplio sobre la biodiversidad de América y su relevancia para la medicina europea. La obra de Hernández sirvió como una ventana para que los europeos comprendieran las riquezas naturales del Nuevo Mundo, al mismo tiempo que reconocían la sofisticación de las prácticas médicas indígenas, las cuales ya habían desarrollado un conocimiento profundo de la flora local mucho antes de la llegada de los colonizadores. Según Klor de Alva (2009), el trabajo de Hernández fue crucial para mostrar que las culturas indígenas poseían un vasto conocimiento sobre las plantas y sus aplicaciones, conocimiento que a menudo había sido desestimado o ignorado por la mirada eurocéntrica de la época.

 

Así, la Historia Natural de la Nueva España no solo fue una obra científica que contribuyó al conocimiento botánico de la época, sino también un testimonio del encuentro entre dos mundos de saberes, donde la tradición indígena fue reconocida por su valor y efectividad en el ámbito de la medicina.

 

Relevancia contemporánea

El legado de la herbolaria mesoamericana y el conocimiento sobre los árboles descritos por Fray Bernardino de Sahagún continúa siendo relevante en las comunidades indígenas de hoy en día, así como en la medicina moderna. La obra de Sahagún no solo rescató los saberes ancestrales, sino que también ofreció una valiosa perspectiva sobre la relación profunda y simbiótica que los pueblos nahuas mantenían con su entorno natural. Las plantas y árboles descritos por Sahagún, que abarcan desde remedios medicinales hasta elementos sagrados en los rituales, siguen siendo utilizados por las comunidades indígenas en la actualidad, lo que demuestra la vigencia de estos conocimientos a lo largo de los siglos.

 

Investigaciones actuales han corroborado la eficacia de muchas de las propiedades medicinales documentadas por Sahagún y otros cronistas, confirmando que diversas plantas y árboles utilizados en la herbolaria tradicional mesoamericana poseen verdaderas propiedades curativas. Por ejemplo, plantas como el tepatli y el yauhtli, entre otras, siguen siendo utilizadas en la medicina popular de comunidades rurales y urbanas para tratar diversas enfermedades. Estos hallazgos científicos no solo validan el conocimiento ancestral, sino que también subrayan la importancia de preservar y documentar estos saberes, pues muchas de las especies mencionadas por Sahagún tienen propiedades que pueden contribuir a la medicina moderna. Esta convergencia entre el conocimiento indígena y la ciencia contemporánea pone de relieve la relevancia de los saberes tradicionales en el tratamiento de enfermedades y en la investigación farmacológica.

 

La obra de Sahagún, por lo tanto, no solo fue un esfuerzo por documentar los saberes de los pueblos nahuas, sino también un testimonio de la riqueza cultural y espiritual de estas comunidades. A través de su meticulosa recopilación de información, Sahagún ofreció una visión integral de la relación de los nahuas con la naturaleza, una relación que abarcaba tanto lo práctico, a través de la herbolaria y el uso medicinal de las plantas, como lo simbólico, mediante su conexión con lo divino y lo espiritual. Los árboles, como el ahuehuetl y la ceiba, no solo eran vistos como recursos materiales, sino como entidades sagradas, ejes cósmicos que conectaban los mundos terrenal y divino (Aguilar Contreras, 2009).

 

Además, Sahagún evidenció cómo la naturaleza formaba parte de un sistema de creencias y prácticas que integraba el bienestar físico, emocional y espiritual de los seres humanos. Su obra ofreció a los europeos una ventana hacia el mundo de los pueblos nahuas, mostrando una cosmovisión en la que lo natural y lo divino no estaban separados, sino que coexistían en una interacción constante y dinámica. Como destaca Bierhorst (2009), la recopilación de estos saberes no solo fue una tarea de conservación de la tradición, sino un acto de reconocimiento de la profunda espiritualidad que animaba a estas comunidades.

 

Hoy en día, la preservación de este conocimiento ancestral sigue siendo fundamental no solo para las comunidades indígenas, sino también para la humanidad en su conjunto, ya que muchas de estas prácticas pueden ofrecer soluciones sostenibles y efectivas a problemas de salud actuales. La riqueza cultural y espiritual que Sahagún documentó sigue siendo un recurso invaluable para entender la conexión entre los seres humanos y su entorno natural, recordándonos la importancia de aprender y respetar las tradiciones que nos han sido legadas.

 

Conclusión

La "Historia General de las Cosas de la Nueva España" de Fray Bernardino de Sahagún es una fuente invaluable para comprender la complejidad de la herbolaria y el simbolismo de los árboles en la cosmovisión mesoamericana. A través de su clasificación meticulosa y su integración de perspectivas indígenas, Sahagún preservó un saber ancestral que trasciende hasta nuestros días, fortaleciendo el diálogo intercultural y subrayando la relevancia de la naturaleza como fuente de vida y espiritualidad.


Fuentes:

1.      Sahagún, Bernardino de. 2019. *Historia General de las Cosas de la Nueva España*. Edición de Porrúa.

2.      De la Cruz, Martín, y Juan Badiano. 1552. *Libellus de Medicinalibus Indorum Herbis*. Traducido al latín por Juan Badiano.

3.      Hernández, Francisco. 1651. *Historia Natural de la Nueva España*.

1.      Aguilar Contreras, Abigail. 2009. "El uso de las plantas medicinales en la actualidad: Tradición y ciencia". Revista Mexicana de Biodiversidad 80(1): 81-90.

2.      Bierhorst, John. 2009. *Cantares Mexicanos: Songs of the Aztecs*. Stanford, CA: Stanford University Press.

3.      Klor de Alva, J. Jorge. 2009. "La herbolaria en la obra de Sahagún: un enfoque interdisciplinario". En *La Medicina Tradicional en Mesoamérica*, editado por Miguel León-Portilla, pp. 123-150. México: Fondo de Cultura Económica.

4.      León-Portilla, Miguel. 2012. "La visión indígena de la naturaleza en la obra de Sahagún". En *Fray Bernardino de Sahagún: Presente y Futuro*, editado por Ascensión Hernández de León-Portilla, pp. 75-98. México: Universidad Nacional Autónoma de México.

5.      López Austin, Alfredo. 2002. "Sahagún y el universo de los símbolos vegetales". En *Estudios de Cultura Náhuatl*, vol. 33, pp. 15-45. México: Universidad Nacional Autónoma de México.

6.      Ortiz de Montellano, Bernard R. 2005. *Aztec Medicine, Health, and Nutrition*. New Brunswick, NJ: Rutgers University Press.



sábado, 15 de abril de 2023

Mirada al hombre: Testimonio de Néstor Chayres.

Entre mediados y finales de 1980 el ICREM editó un disco en honor al gran tenor de tenores: Néstor Chayres.

En tal disco hay rumbas, boleros, pasodobles y temas italianos, pero no es eso lo que nos interesa hoy en día, es el testimonio del exdirector de "La Hora Nacional": Don Roberto Blanco Moreno.

Este personaje estaba siempre detrás de las transmisiones allá en los 50's, tales como el Concierto Homenaje que se realizó al célebre Agustín Lara y al humanista, filantropo, médico y tenor mexicano: Alfonso Ortíz Tirado (del cual hay videos en vivo y grabaciones en colecciones privadas).

Pero... dejemos de estar atentos a mis palabras y leamos, escuchemos a Don Roberto Blanco a través del tiempo.



"Aceptó gustoso la petición de grupo dignificador de la canción mexicana para hablar de Néstor Mesta Chavies a Néstor Chayres, como se le conoció en los Estados Unidos y Europa después de que el famoso director de orquesta Andre Kostelanetz se lo llevara de México, donde sufren "La guerra de difusoras entre la XEB, a la que Néstor se obstine en ser fiel y tan patente, agresiva y determinante XEW de Emilio Azcárraga Vidaurreta, un empresario de gran talento y poca generosidad que sola personaliza sus rencores comerciales Néstor Mesta Chayres, to he dicho muchas veces, ha sido el mejor cantante de México, incomparablemente el mejor, no solo porque posee una voz milagrosa sino porque la manejo con arte supremo y la empleó para darle forma y cauce a un temperamento que llegaba en cada expresión alta del arte Lírico, a crear verdaderos milagros Este disco prueba de manera inefutable lo que afirma

Aunque lo conocí personalmente y lo trate cuando fui director de "La Hora Nacional", donde me hizo el favor de tomar parte algunas veces, no tantas como yo hubiera querido, se poco de lo que menos importa de su vida privada. Sé que fue duranguense de Ciudad Lerdo y que cuando va tarde en su carrera el mando de Lily Pons lo llevó al mundo, triunfo en los lugares consagrados, adquiriendo categoría de lo que se llama en el medio “suceso” en cada una de sus presentaciones, Podría enumerar programas reportajes, diplomas y medallas de gobernantes, más lo que me importa es el tenor, el artista, el creador

La primera vez que lo escuché debe haber sido por los años 1934 o 1935 en la XEB, de sus amores Observe en mi padre (que canto muy bien, por mera afición, en su juventud) el gesto conmovido del conocedor que descubre una veta de privilegio la voz maravillosa cantaba "Viva Sevilla” de Jorge del Moral, con todas las plenitudes que forman el arte verdadero. Lo seguí en todos sus programas de la XEB y un día presencié el milagro, atraído por la enorme popularidad que estaba ganando el cómico "Cantinflas" fui a dar al jacalón recién bautizado "Follies Bergere", en la plaza de Garibaldi. Lo único que recuerdo de la función y del elenco que comprendía por lo menos diez famosos artistas, es la interpretación de Chayes del célebre pregón cubano "EI manicero” que cerraba sosteniendo la última nota plena, rica gozosa caminando lentamente desde la boca del escenario hasta perderse atrás, en un verdadero monumento al buen gusto, a las facultades increíbles IY lo hacía dos veces por noche y con resultados siempre iguales¡ "Cantinflas" que iba a salir inmediatamente después, pero lo testigo el público la rechazaba, aunque parezca mentira, exigiendo la presencia del cantante! Supe que años más tarde repetía ese triunfo en el Radio City Hall de Nueva York, en un escenario mucho más grande

Obligado por la comercialización a cantar españoladas, Néstor conservó el fuego sagrado de su arte lo mismo para suplir y "bañar como se dice en los toros, al tenor español que presentaba en el teatro Arbeu "Los Gavilanes, que para conmover al público cuando, "para dar ambiente al ballet parisino como anunciaba con su imitante modestia, bordaba el "Parle mai d'amour" haciéndome, cada vez que lo escuché v fueron varias, salir de la sala para llorar el milagro de tanta belleza.

Vinieron después el viaje consagratorio, los grandes triunfos por el mundo y su retorno, que iba a ser por breve tiempo a México. Néstor idolatraba a su madre y la vida lo golpeó de la forma más cruel: en un accidente automovilístico la señora quedó mutilada, sin vida y fue tal el choque psíquico sufrido por el artista que, durante un año, perdida la voz, fue incapaz de hablar. Ya nunca se recuperó de la tragedia y así México perdió al más grande de sus cantantes.

Felicito por el rescate del verdadero Néstor Mesta Chayres a través de grabaciones casi desconocidas en México de la más variada y rica música del mundo desde la tonada popular, hasta el lied más puro, de la canción romántica ejemplar al vértice lírico de lo más refinado español He sido con placer, durante los sesenta años de mi conciencia, a cientos de cantantes. De los valiosos no olvido a ninguno, pero ninguno supo despertar en mí la emoción de lo bello, la admiración ante lo superlativa, como Néstor Mesta Chayres Casi ignorado en su país por culpa de las guerras comerciales, fue un glorioso triunfador del mundo le dio a Durango otro ejemplo de orgullo v nos regaló a los que amamos el arte del canto con muchas, inauditas joyas.

Ojalá México le dé en el recuerdo, lejos de la tragedia de su muerte, la admiración, el cariño que siempre mereció un artista tan grande, tan puro, tan hondo."

ROBERTO BLANCO MORENO

viernes, 23 de diciembre de 2022

Pero Alevantate y oye mi triste canción: Emilio Tuero y las melodías de antaño.

La Época de Oro del cine mexicano fue un periodo muy rico en producciones y talentos artísticos, se hacían géneros extranjeros y habían los propios, como la "Añoranza Porfiriana", un género cinematográfico mexicano que es como un grito, como un suspiro que dice "recuérdame", un cine muy rico, muy variado y que nos acerca un poco a la vida diaria de la clase alta porfiriana de manera muy romántica y que hace sentir realmente la presencia de la paz, tranquilidad y urbanidad que trajo Don Porfirio Díaz al país durante el s. XIX.


Recordemos algo de Historia o aprendamos:

México en 1946.
México logra su independencia en 1821, con los Tratados de Córdova (Veracruz), en donde se establece que la nación es un imperio y que un príncipe europeo venga a gobernar, más nadie quería venir, por lo que, en sucesión directa, entró Don Agustín De Iturbide a la corona, gobernó durante 3 años este integrante de la Orden de los Guadalupe, una logia nacional que apoyó las luchas independentistas en la Nueva España (comprendase a la Nueva España como los territorios de la actual Filipinas, Guatemala, Belice, El Salvador, Costa Rica y  Honduras), posterior, con la caída del Imperio de Agustín I de México y su destierro se hacen elecciones (donde solo puede votar el letrado) y se establece la República, siendo Guadalupe Victoria, de la logia masonica, el 1er Presidente, mientras Vicente Guerrero obtiene el puesto de Vicepresidente, desde entonces pasamos por:

  • La invasión de Veracruz por parte de España y su aceptación de nuestra independencia.
  • La "Guerra De Los Pasteles" (causada porque unos soldados no pagaron unos panecillos).
  • La independencia de Texas (usurpación territorial de los Estadounidenses).
  • La invasión de los Estados Unidos (causada porque uno de sus batallones atravesó la frontera nuestra) y su anexión del 51% de México (que fue formalizada por Los Tratados de la Villa de Guadalupe, en el Edo. de Hidalgo), sucedido en 1847.
  • La independencia de la actual Península de Yucatán.
    Batalla de Puebla (1862)
  • Republica Centralista (El Presidente Don Antonio López de Santa Anna decide de todo sobre todo).
  • Plan de Ayutla (desconocer al Presidente Don Antonio López de Santa Anna y proclamar una República Federal, actual sistema republicano en México)
  • El periodo de La Reforma (guerra entre ideales liberales y conservadores, separación de la iglesia y el estado, así como una confiscación de todos los bienes eclesiásticos).
  • Las invasiones francesas (en 1862 y 1863 respectivamente).
  • La República en movimiento (Benito Juárez de Presidente escapa hacia los Estados Unidos) y el 2do Imperio Mexicano (con Don Maximiliano I de México  y Doña Carlota como Emperadores).
  • Republica restaurada (regreso del Presidente a la Ciudad de México, fusilamiento de Don Maximiliano I de México y retiro del apoyo militar y político de Bélgica y Francia.)
  • El Plan de Tuxtepec (Benito Juarez se había reelegido desde 1855), sucedido en 1871.
  • El Plan de la Noria (Sebastian Lerdo de Tejada, tío del compositor de "Perjura") se quería reelegir como presidente.
  • Sumado a los asaltos, asesinatos, violaciones, pestes y abandono del campo que hubo antes del Porfiriato.
Es el Porfiriato es un periodo de pacificación forzada, activación económica e industrial, reconstrucción de país (por más de 50 años de luchas armadas), modernización, crecimiento en las diversas ciencias, como la medicina, botanica, la ingenieria, astronomia, la música y desde luego en la arqueología, también cuenta con el 90% de la población en la analfabetización y un gusto por la moda francesa.

También es el periodo en que la figura del presidente es considerada la de un Dios, puesto que todo el mundo servía a Don Porfirio Díaz.

Es por ello que es considerado el Porfiriato como un periodo pacífico en todo el siglo XIX, y, aunque solo tiene 26 años como tal en el S. XIX, es el único momento pacífico de verdad que hubo en la nación desde la conquista francesa a la Península Ibérica (España y Portugal) realizada por Napoleon Bonaparte.


De vuelta a la entrada...

Emilio Tuero, Jorge Negrete, Sofía Álvarez, Mapy Cortés y otros cantantes intervinieron ampliamente en este tipo de cine, algunos cantando temas de aquel periodo histórico y otros cantando temas de entonces, como lo es "El Rebelde", donde Don Jorge Negrete no canta ningun tema porfiriano, es Emilio Tuero uno de los que tienen la cámara en primer plano, pues su ligero acento español, su porte europeo y su fama eran estupendos para esta clase de papeles donde se puede decir que se ve mucho mejor que en otras como "Al Son De La Marimba" o "Salón De Belleza".

Juan Bustillo Oro y Raphael J. Sevilla pudieron dirigir y recrear estos tiempos de tal modo que tiene y encierra una belleza que subyuga al ver esos tranvías jalados por mulitas, donde el chamaco iba a dar recados al telégrafo, carruajes con damas o caballeros de fino vestir iban y venían y los teatros con anuncios tales que decían "espectaculo solo para caballeros".

"En Tiempos De Don Porfirio" empezó el 1ero de noviembre de 1939, con la estupenda dirección de Juan Bustillo Oro y la estupenda fotografía de Jack Draper. 

Con Marina Tamayo.
El reparto es de igual forma sensacional, conformado por personalidades tales como Don Fernando Soler, Marina Tamayo, el histrionico Joaquín Pardavé, Dolores Camarillo, Aurora Walker, Agustín Isunza, Victoria Argota. Conchita Gentil Arcos, Humberto Rodríguez y el actor español Manuel Noriega (suegro de Tito Guízar).

Además, Antonio R. Frausto, actor por naturaleza, encarna perfectamente a Don Porfirio, siendo uno de sus personajes tan recordados.

Cabe anunciar que se contrató a los coros del Conservatorio Nacional de Música y de la Basílica de Guadalupe, mientras Marx Urban seleccionaba las canciones y se grababan en los Estudios de la RCA Victor Mexicana.


Esta película llevó también por título; "Melodías De Antaño" y con razón, porque esta engalanada con música de Felipe Villanueva, Manuel M. Ponce, A. Rocca, Campodónico, Chucho Martínez, Alberto Alvarado, Alfredo Carrasco y se recuerda a los compositores del ayer, se interpretan los temas "Adiós", "Altiva", "El Amor", "El Galán Incognito", "Recuerdo" y la famosa "Serenata Mexicana", además de "Secreto Eterno" y el vals "Tristes Jardines" a manera de instrumental.

Se estrenó el 3 de abril de 1940, en el cine Alameda de la Ciudad de México, a un costo de $2 Mx. las butacas, con una duración de 160 minutos que, para nuestra desgracia, se ha hecho de 100 minutos, tal cinta permanece cerca de 3 semanas en cartelera y fue el éxito del año, puesto que ninguna otra junto tanto dinero como "En Tiempos De Don Porfirio".


Decía el diario "Cine Repórter" que la obra de Bustillo Oro para la GROOVAS FILMS había resurgido al cine nacional, además de que se le dio una cena, pero, por la digitalización del periódico, no se alcanza a ver dónde ni con quienes. 

Además, Marina Tamayo y Emilio Tuero formalizan relaciones, mismas que desembocaron en matrimonio y el retiro de Marina Tamayo, actuando en "Al Son De La Marimba", "Secreto Eterno", "El Ángel Negro" y "Cuando Los Hijos Se Van" nuevamente juntos.

Pero no es todo, ya que Emilio Tuero tambien actua en las cintas "Mil Estudiantes Y Una Muchacha" de Juan Bustillo Oro (1942), donde canta, acompañado por la Orq. de Alberto Domínguez, el tema titulado "Río Rosa", en "Yo Bailé Con Don Porfirio" de Gilberto Martínez Solares (1942), lejos de las situaciones cómicas de Consuelo Guerrero de Luna, Joaquín Pardavé y Fernando Cortés, son, Mapy y Emilio quienes le dan esa musicalidad y naturalización tan hermosa, en ella graba Emilio Tuero el vals "Tristes Jardines" y la danza "Fingida", además que le estrena a Manuel Esperón y Ernesto Cortázar su vals "Alma".

Pero es con el "Club Verde" de Raphael J. Sevilla (1944) que Emilio Tuero cierra ese ciclo de señorito porfiriano, al menos, en el cine.

En la cinta actúa con Emilia Guiu y tiene exteriores en el Castillo de Chapultepec, que logra obtener, de cierta forma, esos aires porfirianos



¿Por qué "al menos"? sencillo, el 22 de abril de 1942 graba piezas de ese estilo, siendo los discos acompañados por la Orq. del Mtro. José Sabré Marroquín, entre las piezas registradas por la DAHR están: "Secreto Eterno"/"Rio Rosa", "El Amor"/"Tristes Jardines", "Vals Poético"/"Recuerdo", "Club Verde"/"Serenata Mexicana" y "Altiva"/"Adios".

Disco de Juan Anaya

Más no crean que sí cantó el "Club Verde", "Tristes Jardines", el "Vals Poetico" o "Rio Rosa", no, esas piezas, como se menciona en las notas de grabación, fueron interpretadas exclusivamente como instrumentales.

Estos temas debieron ser recurrentes en las actuaciones en radio, teatro y posterior televisión, puesto que "Serenata Mexicana" y "Adiós" son aún populares.

Más en 1964, la PEERLESS usaría las piezas “Serenata Mexicana”, “El Amor” y “Recuerdo” de esta cinta para el disco de 1964 titulado “Nueva Cita Musical con Emilio Tuero”, las canciones de ese álbum fueron tomadas directo de los discos originales,  pues, si se limpia la estática del Lp, se puede oír la estática que tenían los discos de las tomas cinematográficas, que, a decir verdad, parece que estaban o están en la colección personal del Barítono de Argel.

Canciones:

Las Canciones De Sus Películas:

"Adiós", Emilio Tuero con el piano y la Orq. de Marx Urban, canción de Alfredo Carrasco, de la cinta "EN TIEMPOS DE DON PORFIRIO".

"Altiva", Emilio Tuero con el piano y la Orq. de Marx Urban, canción de A. de Rocca, de la cinta "EN TIEMPOS DE DON PORFIRIO".

"El Amor", Emilio Tuero con los coros del Conservatorio Nacional de Música y de la Basílica de Guadalupe, vals de Felipe Villanueva, de la cinta "EN TIEMPOS DE DON PORFIRIO".

"El Galán Incognito", Emilio Tuero y Joaquín Pardavé con la Orq. de Marx Urban, canción de Edward Kilenyi, de la cinta "EN TIEMPOS DE DON PORFIRIO".

"Recuerdo", Emilio Tuero y Marina Tamayo con la Orq. de Marx Urban y los coros del Conservatorio Nacional de Música y de la Basílica de Guadalupe, vals de Alberto Alvarado, de la cinta "EN TIEMPOS DE DON PORFIRIO".

"Serenata Mexicana" (Alevantate), Emilio Tuero con la Estudiantina de Marx Urban, serenata popular, arr. de Manuel M. Ponce, de la cinta "EN TIEMPOS DE DON PORFIRIO".

"Río Rosa", Emilio Tuero con la Orq. de Alberto Domínguez, vals de Alberto Alvarado, de la cinta "Mil Estudiantes Y Una Muchacha".  *

"Fingida", Emilio Tuero y la Orq. de Manuel Esperón, danza de , de la cinta "Yo Bailé Con Don Porfirio".

"Tristes Jardines", Emilio Tuero y la Orq. de Manuel Esperón, vals de J. De J. Martínez, de la cinta "Yo Bailé Con Don Porfirio".  *

VICTOR (22-04-1942):

Las piezas en cursiva corresponde a instrumentales.

"Secreto Eterno", Emilio Tuero y la Orq. de José Sabré Marroquín, danza de Rojas Cantú y Perches Enríquez.

"Rio Rosa", Orq. de José Sabré Marroquín, vals de Alberto Alvarado (instrumental). 

"El Amor", Emilio Tuero y la Orq. de José Sabré Marroquín, vals de Felipe Villanueva.

"Tristes Jardines", Orq. de José Sabré Marroquín, vals de J. de J. Martínez (instrumental). 

"Vals Poético", Orq. de José Sabré Marroquín, vals de Felipe Villanueva (instrumental). 

"Recuerdo", Emilio Tuero y la Orq. de José Sabré Marroquín, vals de Alberto Alvarado.

"Club Verde", Orq. de José Sabré Marroquín, vals de Rodolfo Campodonico (instrumental). 

"Serenata Mexicana", Emilio Tuero y la Orq. de José Sabré Marroquín, serenata, arr. de Manuel M. Ponce.

"Altiva", Emilio Tuero y la Orq. de José Sabré Marroquín, canción de Alfredo de Rocca.

"Adios", Emilio Tuero y la Orq. de José Sabré Marroquín, canción de Alfredo Carrasco.

PEERLESS (1964):

"Recuerdo", Emilio Tuero y Marina Tamayo con la Orq. de Marx Urban y los coros del Conservatorio Nacional de Música y de la Basílica de Guadalupe, vals de Alberto Alvarado.

"Serenata Mexicana" (Alevantate), Emilio Tuero con la Estudiantina de Marx Urban, serenata popular, arr. de Manuel M. Ponce.

"El Amor", Emilio Tuero con los coros del Conservatorio Nacional de Música y de la Basílica de Guadalupe, vals de Felipe Villanueva.


LIGAS a las peliculas:

Si desea ver "En Tiempos De Don Porfirio" aquí, esta completa.
Para ver "Mil Estudiantes Y Una Muchacha" aquí, esta completa.
Por si gusta ver"Yo Bailé Con Don Porfirio" aquí, esta completa.


Notas finales:

*Las canciones que presentan un asterisco al final tuvieron un proceso de remezcla con Inteligencia Artificial y reconstrucción.

Todas estan remasterizadas, las cuales fueron hechas por su servidor.

Están remasterizadas en los 32bits, a 44100 Hz, en estéreo, como en otras emisiones es el canal derecho una versión sin compresor, la izquierda con compresor, como siempre en los nombres de las canciones está el link para su disfrute personal..



Texto y colección del historiador David Huerta. La presente publicación se hace con fines de difusión cultural, sin ningún ánimo de lucros y para el conocimiento público del acervo musical mexicano.


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